Cruces y motilones. Desde Lamas se divisan los hermosos valles de los ríos Mayo y Huallaga. Por estos días, celebra la fiesta patronal en homenaje a la Santísima Cruz de los Motilones.
Por: Antonio Muñoz Monge
Lamas, la ciudad quechua de la selva norte —llamada Ciudad de los Tres Pisos, por estar construida en ese número de niveles—, es escenario de una alegre fiesta religiosa, propia del mestizaje. Empieza con el albazo: comparsas —previamente reunidas en la Plaza de Armas— que bailan al ritmo del bombo y la quena, recorriendo las calles desde la medianoche hasta bien entrada la madrugada. Es la fiesta patronal de la Santísima Cruz de los Motilones, en homenaje a la constelación de la Cruz del Sur, guía celestial, y a la cruz cristiana. En la cercana Tarapoto, la alegría se prolongará algunos días más, con el pífano, el tamboril, los bailes de la pandillada y el chimaychi.
En Lamas, capital folclórica del departamento de San Martín, esta fecha convoca a diferentes danzas llenas de picardía, y relacionadas con la naturaleza, el trabajo en la chacra, la cacería en el bosque, y el preparado del masato. Son días y noches de algarabía y diversión.
Cabezas rapadas
Motilones es el nombre de una congregación religiosa española, vinculada a la fundación de Lamas. Sus miembros llevaban la cabeza rapada como lo hacen hoy los naturales del lugar: los lamistas.
Lamas toma su nombre por las abundantes lomas de esta zona de la selva norte, ubicada en la margen izquierda del río Mayo que se une con el Huallaga, entre el puente de Colombia y Shapaja, otrora puerto fluvial.
Selva quechua
Algunos sostienen que los lamistas descienden de chancas que huyeron a la Amazonía tras ser derrotados por Pachacútec y que fue el curaca chanca Ancohuayllu quien se asentó allí. Otra versión los ubica como un grupo amazónico formado en las llamadas reducciones coloniales promovidas por los jesuitas y los franciscanos. Este grupo étnico es quechuahablante, vive en el barrio de Huaycu —con sus casas desperdigadas en las falderías de una quebrada y una extensa pampa—. Cuenta con tradiciones singulares como sus matrimonios nativos, cuyas ceremonias duran tres días y cuentan con la participación de toda la comunidad, en afán solidario y con celo guardián de las costumbres (hay castigos físicos cuando la tradición se olvida).
Fiesta y culinaria
Los seguidores de la fiesta de la cruz son los “cabezones” o devotos. El 15 de julio es el piqueo: almuerzo de camaradería preparado por los pasantes (celebrantes), cuyo plato combina chancho asado, una presa de gallina asada y una de carnero, con ají y yuca. Los “cabezones” reciben en sus casas a los visitantes que se deleitan con el potaje: más de 15 mil llegan de distintas partes del Perú. Tras el piqueo, los invitados deben bailar y recorrer las calles al son de la música, dándose una gran reunión de bailarines de todas las “cabezonías”. El día central, 16 de julio, desde muy temprano, resuenan las bandas de los músicos que acompañan a los “cabezones” a la misa de la Iglesia Matriz. Luego, la imagen de la Santa Cruz sale en procesión por la ciudad.
Fuente: Diario El Comercio. Domingo 4 de Julio del 2010.
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